El tiempo que vivimos no es nuestro. El tiempo que vivimos es un préstamo con intereses de usura. Lo nuestro es la nevera vacía y no llegar a fin de mes. Y ojalá que la salud no falte. La vida es un imposible, el reloj que no deja de dar la hora como decreto por razones de urgencia. La urgencia en estado de la cuestión, la cuestión que no se explica, como la santa poesía que no se explica. La cuestión es esa y nadie nos explica cómo hemos llegado hasta aquí sabiendo lo que aún no sabemos.
Yo no quiero cantar elegías a la vida,
yo no quiero que nadie me recuerde mis olvidos,
yo quiero vivir y no ir donde están los muertos embalsamado y sin amor.
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