"Señores, amigos, compañeros soy un barquito a la deriva con el rumbo fijo. ¿Contradicción? No, para nada soy yo nomás. Ah, si todo va bien, el sábado volveré a escribir desde mi escritorio y la vieja computadora. Si no es porque sigo esperando a que alguien haga las cosas por mí como es mi ancestral costumbre. Sin peros ni excusas bobas las ganas de luchar se quedaron en mis chanclas viejas testigos rosas de la última visita al piso. Y chole de caídas y más golpes. Ya estuvo, ¿no? Les pondría una imagen del guamazo pero sería el colmo del dramatismo y ya ven que eso no se me da. Además considero que los golpes son golpes y ya. -¿Qué te pasó ahí? -Me caí. -¿Otra vez? -Y las que me faltan. Me viene a la memoria una frase que alguien me dijo hace tiempo: tus amigos virtuales te quieren porque no te conocen. Y yo me pregunto ¿Será verdad? ¿Será o será? Les quiero a todos, amigos virtuales". Sepa la bola.
Una amiga allende un mar me escribe un "emilio" para decirme lo de arriba y no entiendo. ¿Es difícil decir te quiero? Es mi amiga, y creo que espera que me lo cuente su autopsia porque su autopsia tendrá que ser y no ella. Yo a ella se lo digo cada mañana cuando le interrumpo el sueño al borde de un acantilado para darle las buenas madrugadas. A veces me las devuelve y otras no. Su estado de ánimo no es diferente al mío. Los dos somos viejos (ella más). ¿Y qué le voy a hacer si nadie le explicó que solo están lejos las cosas que no se saben mirar? No me quiere mirar (dice que se fía de mi palabra). Sé que me quiere y también quiere a la gente que la levanta cuando se cae. Esa gente es cien por cien surrealista. Amiga: recuerda que te debo una canción y que no soy mal pagador. No dejes de rezarle a tu virgencita por ti y por mí, y si tienes ocasión, en un aparte, pregúntale por qué desde que dormitan las estrellas al alba sueño que algún día nos llegaremos a conocer. ¿Y qué si al unísono lo soñamos? (Quizá ya ocurrió). Te quiero.
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