No fui sincero cuando dije lo que dije acerca de pasar Les Falles en Valencia y eso. Convencí o se dejó convencer mi esposa y estuvimos en la Barcelona de los lacitos amarillos. Como Josep Guardiola, ese chico que entrena un equipo de fútbol inglés y lleva el lacito escondido debajo de la solapa para que no lo multen, tal cual. De otra manera bien, el trato amable y profesional. Ni me acusaron de fascista por no compartir sus ideas. Igual ni hubo carga policial aquel día de infausto recuerdo. Eso sí, nada más registrarme en el hotel me pidieron cuatro euros de tributo para la caja de resistencia, imagino. Lo cierto es que sales de casa y te das cuenta que la vida está difícil pero no imposible. Gracias.
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