jueves, 29 de marzo de 2018

El amor es cosa de dos.

Las cosas no son lo que parecen, nunca lo fueron, se aprobarán los Presupuestos Generales del Estado y Rivera dirá que gracias a él y Montoro lo contrario. Las cosas no son lo que parecen, hasta el punto que estoy valorando escribir un libro que me enseñe a morir de amor en primavera. O, dado que las universidades están cerradas por vacaciones, hacer un máster presencial de poesía épica. Cristina Cifuentes (supuestamente) hizo uno y le salió de notable tirando a sobresaliente, por más que Ignacio Escolar se empeñe en poner en tela de juicio su palabra. Hoy en día, la palabra de un político vale más o menos lo que el pan si se toma como referencia el IPC, o sea, vaya usted a saber. Si fuera sincero, soy más de la Rubio Manchego que de Cristina Cifuentes. A pesar de que las dos son rubias, pero no tontas. Las Rubias no son tan rubias ni tan tontas. Ni yo interesante para que se fijen en mí ni siquiera para insultarme. Que me insultaran estaría bien, que me quisieran mejor. Que yo recuerde, solo Eugenio me llamaba amigo. Ahora Flor de María. Y dona a su manera. En fin, como he gastado el presupuesto de vacaciones huyendo de Les Falles tengo que aguantar las cornetas y los tambores de Semana Santa. No me explico que a nadie se le ocurra una fiesta sin ruido. Ojalá y que ocurra un milagro (ahora o nunca) o un periplo trepador alcance el amor que fue libre de culpas (sin amor nada es posible). El amor no es esa realidad en la que uno quiere y otro se deja querer. El amor es cosa de dos y si uno no quiere... Hay quien asegura que el amor es una comuna pero no. El amor es cosa de dos. Gracias.

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