Sucede que atarantados por situaciones adversas, las que sean, situaciones adversas hay para dar y tomar, caemos en el desamparo y si no tenemos un amor en bandolera no valimos casi nada. Nos falta fe, y esperanza. Ocurre, está ocurriendo: Nos miramos al espejo y no nos reconocemos, aunque uno se acostumbra a todo. Nuestras capacidades se tambalean y aparece de los adentros la apatía, la tristeza y nos sentimos vencidos. Y por si fuera poca la tragedia como gentes fracasadas nos golpea nuestra colindancia (ni en la RAE ni en la vida existe la envidia sana) si aún nos quedan ganas de vivir. Digo vivir en paz. Paz de alma. Y no vemos más allá de lo que físicamente ven nuestros ojos distantes. Dicen que los ojos son el espejo del alma, será verdad, pero sé que son chivatos y no engañan. Quien amó hasta las trancas, si me lee, sabe de qué hablo. Una mirada clara alcanza el horizonte y enseña a mirar las sombras que de un tiempo a esta parte tanto nombro. No me gustan las sombras pero ya las comparo con la luz de la razón.
Mi ordenador que me ordena con la complicidad del teclado algo traman y no sé qué palabras precisas emplear para no caer en su trampa. Sea lo que sea, haré lo que decida mi otro "yo". -Paciencia-. Hay que joderse. Y a pesar de los pesares, de lo que callo para no dar pistas, me considero afortunado en la brevedad del ser. Vivo los años altos y me siento capaz de enmendar mis anhelos si una dama de buen amor me confirma que los sueños sueños son. Gracias.
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