A veces uno recela ante una propuesta nueva (hipótesis de trabajo) y no se fía. Por tantas decepciones ya no se fía. A veces uno no se fía porque sucedidos existen para no fiarse de nadie que aparece en los medios de comunicación. A veces uno, de tanto no fiarse se fía, cierra los ojos y quien no se moja no cruza el río. Además, no tiene contrato de permanencia como esas compañías de telefonía, solo de confidencialidad, o sea, uno puede dejarlo cuando quiera y aquí paz y después gloria mientras no diga una palabra. ¿Su palabra puesta en duda? Qué le ocurre a mi ordenador que me ordena: contrato de permanencia, de confidencialidad, dejarlo... Como si uno necesitara de notario que valide su palabra. Su palabra no es ociosa ni tiene doblez. Su palabra es expresión de voluntad. Su palabra es su palabra.
Hay que joderse, al menos podías haber hecho lo mismo sin risas ni alegrías de taberna. Nunca mayor ofensa.
Después de lo vivido: ¿Acaso no recuerdas que nadie, y si digo nadie es nadie, mancilló tu nombre en mi presencia? Poco me has conocido, me echarás de menos y te costará olvidarme. Ni te imaginas lo lento y doloroso que conlleva el proceso de olvidar. Para mí ya te has ido: no vuelvas. Que te vaya bonito. Vuelvo a mi impagable soledad. "Puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada no habrá felicidad". (Bertolt Brecht).
Ojalá y que no te pase por la cabeza no hacer nada, y, sobre todo, callar, si realmente quieres ser feliz. Gracias.
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