viernes, 23 de marzo de 2018

La paciencia.

En los años altos uno también se harta. Hablo de hartarse de lo que más quiere, la familia, y sí, hablo de Ian y Enol.

El fin de semana pasado fue imposible: ¡güelu!, ¡güelu!. ¿Güelu qué? La patrulla canina. Mientras, Enol gritaba como un poseso y me atarantaba como me ataranta esa música machacona que te espetan mientras esperas que cojan el teléfono y no lo cogen porque la están peinando o yo no sé y el tiempo que es el peor enemigo (tic, tac) pasa. ¿Y Patricia en dónde está? ¿Se puede ser y estar y amar sin dejar de cumplir con las obligaciones adquiridas? Invigilar.

"Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor". (Agustín de Hipona). Ama y serás invencible. No agonices entre dudas. Tú ama.

De joven también me hartaba pero tenía paciencia. La paciencia ahora no es mi consejera, ay. Seré sincero: ni ahora ni antes la paciencia fue mi consejera, a pesar de saber que, paciencia, no es resignación. La paciencia es una trama confabulada que espera ser ejecutada hoy no mañana. Mañana no. Amor: el tiempo es limitado, vive tu vida. Gracias.

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