La sabiduría popular sentencia que no
hay mal que por bien no venga. Y no digo no porque el pueblo es
sabio, pero mientras viene el bien, duele el alma. Y duele más si
hablamos de amor. El amor todo lo cura, el amor todo lo puede, el
amor, si es poesía es bendito amor. Pero cómo duele el alma mientras
viene el bien (si viene) después del mal. No hay mal que por bien no venga, ni mal que cien años dure (ni cuerpo que lo aguante). Siempre lo digo y no me canso: a este mundo no venimos a sufrir, pero si la vida y un descuido me niego y no se hable más. He sufrido lo mío, ahora solo el amor de mis amores me hará sufrir. Y mal amor será el amor de mis amores si me (nos) hace sufrir.
Mi niña: este existir nos está
saliendo muy caro. Algo hemos hecho mal y no es por dejar de
querernos. El caprichoso amor nos pide más. Los dos estamos recibiendo bofetadas a dos manos y no sé. Lo que sé, o creo saber es por viejo no es por sabio. Verbigracia: has dejado de ser niña para ser mujer y no sabes siquiera lo suficiente. No sabes que si tú dudas dudo yo al no tener todas las respuestas. Lo siento, mi niña, he de confesarte que sin saber qué hacer para que no sufras, le pedí consejo a María, la
Magdalena, y me remitió a Pedro Infante: "Fallaste corazón". Porque sí, "no es lo mismo amar que ser amado". Y porque además te estás acostumbrado a esperar y eso es cruel. Si como dicen Él creó el mundo,
incluido al humano ser, no debería haber permitido que el amor fuera invento humano. Hay gentes inhumanas que negocian con él. Y ya me callo. Gracias.
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