miércoles, 25 de octubre de 2017

Asumo la neutralidad.

La vi, me vio, y nos hablamos. Había más gente, tal vez por eso la conversación por su parte se limitó a preguntarme con media sonrisa después de pronunciar mi nombre: "¿Dónde vas? Y mi respuesta, como si fuera más gallego que Rajoy otra pregunta que tan siquiera recuerdo. Ni un hasta luego, ni ya nos veremos. Así no se compone una canción de amor. Supongo que quien acepta la verdad vive le realidad y eso es todo. A no ser que uno quiera más y entonces debe añadir respuestas a las preguntas de buena mañana... A más viejo más huraño y más porfiado. Me duele andar el camino incierto de la amistad que fue. Si fue y es, si se fue y volvió, si nunca se fue del todo, si me vio y no cambió sus caderas de acera y me habló: ¿Qué me ocurre si es lo que más deseo? Quiero que vuelva, yo quiero que vuelva. Me falta determinación, lealtad al amor. No sé quién soy. Mi carácter insufrible de viejo eremita me priva del amor en versión amiga: ni que tuviera un frenillo en la legua o mi corazón fuera un témpano de hielo. "Soy un caso perdido". Lo explica mejor Mario Benedetti, poeta de la vida y el amor: "Por fin un crítico sagaz reveló (ya sabía yo que iban a descubrirlo) que en mis cuentos soy parcial y tangencialmente me exhorta a que asuma la neutralidad". Gracias.

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