sábado, 10 de junio de 2017

Mira pa iquí.

La incertidumbre.

Se presenta un fin de semana complicado, no hablo de amor, ya me gustaría, hablo del mundo laboral cuando toca de cerca. El mundo laboral es como la bolsa de valores, voluble, y la incertidumbre de futuro que provoca aterradora. Un fin de semana no se explica y un trabajador no sabe qué hacer: ¿me quedo o me voy? Los cambios son buenos si no son malos. Amaneció. "Quien no se arriesga no cruza el río". Es necesario arriesgar algo para conseguir lo que se desea, en particular los sueños. El mundo laboral tiene de onírico lo que yo de monseñor. Pero hay que arriesgar. O no. "Otro vendrá que bueno me hará". Y dale. Si me fío del Calendario Zaragozano no llegaré a atar cabos. El caso no va de saber, va de acertar, azahar, el porvenir que no llega. Un trabajador está siendo tentado por una vida laboral mientras crece la incertidumbre en su alma indefensa. Es natural sentirse vulnerable cuando se sabe más bien poco del caso: indispensable saber hasta dónde estamos dispuestos a llegar por un puesto de trabajo en un mundo laboral que no ofrece garantía de futuro. O sí. ¿Merece la pena correr riesgos? La pregunta es esa. Y la respuesta solo Dios la sabe. Pero hay que decidir sin la ayuda de Dios. La pena nunca podrá ser dolor de ausencia, de ser, será el dinero que compense la incertidumbre. Conviene echar cuentas luego de saber si hay agua en la piscina y socorrista. Nadie da duros a cuatros pesetas, que alguien se lo diga al Banco Popular que en paz descanse.

El ejemplo.

Una burra vale lo que vale. De acuerdo, pero si tengo una burra y la quiero vender no vale lo mismo que si tengo una burra y me la quieren comprar. Una burra vale su precio en oro si alguien la quiere comprar y el dueño no la vende. Y más si la burra es fecunda. Un profesional no se vende, se compra, y hay que pagar lo que cuesta. Y a más y más.

La certeza.

¿Manda la impunidad sin nombre o manda la realidad? Soy viejo y sé más por viejo que por diablo, si algo sé. Estoy en condiciones de afirmar que el protagonista es un caballo blanco, de lejos se ve el caballero y el estandarte de mil colores al viento... En fin, si se trata de tomar una decisión aquí y ahora digo no. Y vuelvo al Calendario Zaragozano para decir que "más vale malo conocido que bueno por conocer". ¿Conformismo? ¿Cobardía? ¿Resignación? En los años altos de la vida uno se vuelve conservador y decide no arriesgar lo que tiene por algo en apariencia mejor. Son tiempos volubles: la verdad no engaña, la fe no desengaña y la esperanza no daña. El mayor riesgo es arriesgar todo lo que se tiene en un proyecto que no entraña riesgo. Gracias.

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