lunes, 12 de junio de 2017

Batiburrillo.

Ser o no ser.

En campaña de la renta pensé, ¿y por qué no, si no tengo nada que ocultar? Como a políticos y empresarios amigos de Rajoy que Hacienda les saca los colores y las cuentas bancarias en Panamá, Andorra y etcétera, yo quiero hacer la declaración de la renta y declarar lo que no tengo para que inspectores de Hacienda me investiguen y encuentren al menos una herencia de un tío en América para pagar una multa con intereses y perder la poca credibilidad que me queda y me dejen unos millones de euros sueltos para ir al cine. Y pedí cita a Hacienda pero no llego al mínimo ni al máximo exigible para declarar, además de estar exento por ser normal en un mundo anormal.¡Santísima!, mi casilla aparece en blanco en la Agencia Tributaria. Y para mayor agravio, la simpática señora me dice: "una de dos, o estás muerto o eres del PP. Tú elije, pero rápido que tengo que poner la cruz en la casilla del sistema y la fila llega hasta donde llega". Ser o no ser, ésa es la cuestión, que diría Shakespeare por boca de Hamlet.

A la luna de Valencia.

Nada nuevo bajo la luna de Valencia. Ni escritor como antes que publicaban mis textos, ni talante para mantener una relación duradera en el tiempo, ni siquiera algo interesante para escribir en de soslayo aunque sea verdad. Qué triste. En lo que resta de año tengo fecha reservada para las citas anuales con las damas que velan mis sueños y las que no me dejan ir (empleo el plural porque temo que las damas de las SS hayan traspasado mis informes médicos a la Sareb que se queda con lo que nadie quiere), pasar la ITV al coche y ya está. No, no está, no, hay más y peor, sigo cerrando el ciclo de facturación de la compañía telefónica con cero llamadas a cero euros, ni un miserable minuto al mes. Ni la competencia me llama desde el otro hemisferio para ofrecerme la mejor oferta de mi vida solo por cambiar de compañía. Ni siquiera el cartero con recibos del usurero hasta que los árboles vuelvan a crecer en el Amazonas.

Y se acabó.

Cuando uno nace y crece entre la pobreza y el miedo, ya la enfermedad en los años altos no le asusta. Los viejos, como Liberbank por el efecto contagio del Banco Popular o porque sus gestores se lo llevaron envuelto en papel de fino regalo, cotizamos a la baja. Ojalá y que la existencia de otras y otros sea más interesante. Gracias.

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