Para que quede claro, no soy enemigo de nadie como alguna va
diciendo por ahí. No miro al cielo y desde que murió Eugenio no he vuelto a tertuliar ni salir de casa a no ser con Ian y Patricia a pasear o a recados. Se pudiera decir que soy un hombre útil para en casa, aunque eso se lo habría que preguntar a mi esposa. No soy ejemplo para nada y no
descarto los placeres de la vida. Solo ruego amor, y de regalar amor, más bien poco. Doy abrigo al que
lo precisa sin olvidar que así nació. Creo en el derecho al olvido, pero no olvido, y no sé caminar para llegar a ningún lugar. No me siento humillado
y nunca humillé. Morderme la lengua siempre, con razón como sin ella, y he perdido la fe: que Dios reparta suerte. Soy buena gente dicen algunas, pero no es mérito: no sé ser malo, además, a mi edad
no aprendería. Eso no quiere decir que si me pisan no grite y si no levantan el pie la líe parda. Me apasiona escribir y escribo el día que vivo y miento más que escribo para que sirva de algo lo que escribo. Y por si alguna me lee, quiero decir que es fácil
mirar desde arriba cuando se está arriba. Ser sumiso no merece la pena y el odio es mal consejero. Ser humilde no es ser cobarde. Es todo, mañana vuelvo porque hoy viví, y pasado y etcétera. La vida es una esperanza. Gracias.
Tienes toda la razón.
ResponderEliminarSaludos
Eres muy amable. Gracias.
ResponderEliminarSalud.