jueves, 13 de octubre de 2016

¡Viva el espectáculo!.

Hace mil años, este pueblo era mío; este pueblo era de los vecinos y las vecinas de otros pueblos; este pueblo era de todo el que quisiera ser de este pueblo. Un pueblo de conversación afable que superaba la mejor correspondencia de la media comarcal. Este pueblo de palabras claras me enamoró. Para mí, antes de este pueblo hubo otros pueblos y otra vida. Ciego, desahuciado de curación, necesitaba calor humano y lo encontré. Hablo de Eugenio y otros. Pero tuvo que morir Eugenio para darme cuenta que solo él merecía la pena. Este pueblo dejo ser pueblo el mismo día que murió Eugenio. Ciego, no supe ver la realidad que se escondía detrás de las personas que se fueron acercando a mí y yo a ellas.

En cualquier sitio, en otros lugares: en todas partes crecen habas y no me paré a pensar porqué crecen habas dondequiera. Soy viejo, ya era viejo antes de llegar a este pueblo y podía mirar a las personas de frente a los ojos sin parpadeo, pero no lo hice, simplemente confié en la vecindad de este pueblo: había venido para quedarme. Tengo escrito por ahí que otros ya se fueron y nadie lloró por ellos. No digo que para mí hayan muerto los vecinos de este pueblo: vagan errantes, lo que me lleva a pensar que solo yo les quise. Por si no me explicara, si les apetece lean "La civilización del espectáculo" de Mario Vargas Llosa. Un pueblo son sus gentes. 

En el pueblo de Patricia todo son risas y caras de felicidad. Era pues, cuestión de tiempo que asomara la política a pasear por las calles. Es frustrante la política de andar por casa de políticos ausentes con sus obligaciones. A veces me gustaría decirles a la cara que ya les vale aparentar, engañar, y echar al circo de los leones a los que perdieron las elecciones. Quiero y no puedo. Y me entran ganas de llorar. 

¡Viva el espectáculo!. Que ruede la rueda, que se entierre la verdad y se haga con chismes un santuario a la hipocresía. Pero algo ha de saber, señora, pues parece que nadie le ha advertido que convierte los besos y los abrazos en material desechable. No sé si me comprende. Pues además, entienda, señora, que cualquier saludo por su parte es un insulto para mí. Gracias... (de nada).

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