Me envía una carta el IMSERSO para decirme que ya puedo elegir mi destino de vacaciones a un precio estupendo todo incluido menos los milagros. A los viejos y viejas nos vendría mejor un milagro a elegir que una semana de vacaciones. Y no se me ocurre decir que una semana de vacaciones es un milagro en este país, aunque lo sea, pero no el milagro que necesitamos. Si te vas de vacaciones con una edad y unos achaques y unos problemas vienes con lo mismo de todo y una semana más, que representa, o puede representar, una vida al darte cuenta que la cintura de Shakira es la suya y no la tuya. Es salir de casa y envejecer un poco más de repente porque nada es lo que fue ni en el recuerdo. Ni aquel pedazo de cielo, ni el sol al caer la tarde, ¡joder, dona!, ni los titulares en prensa: vamos a peor y aún no hemos tocado fondo. A María gracias, mi esposa dijo no porque tienen fundadas esperanzas que con próximo gobierno (ya digo que va a ser el mismo. Ay, qué pereza meterse en mudanzas. El mismo presidente y la misma vicepresidenta y los mismos ministros y los mismos secretarios de estado, excluyendo a los que vi ayer en la televisión sentados en el banquillo de los acusados que serán otros, tal vez del PSOE, sin estar en funciones, que no es lo mismo que estar sin funciones y sin obligaciones de salvar un país triste de morir y rendir cuentas en el Congreso a las señorías), fijo, pero fijo de fijo, que la llamarán para ofrecerle un puesto de trabajo por un salario digno. O no, no sé. De cualquier manera, pienso que tengo más posibilidades de ser artista de cine que turista del IMSERSO. A no ser que vaya a Valencia (eso sí, sin que se entere Kristel) en sandalias y con calcetines blancos. Qué cosas escribo, si se entera Kristel me mete en un orfanato. De viejo, no estoy para aparentar. Seguiré paseando con Ian por Les Seniaes que es la alegría de todos mis días. Un cielo de bebé y un paraíso natural. El milagro que no me ofrece el IMSERSO. Gracias... (de nada).
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