lunes, 10 de octubre de 2016

Los problemas.

Doy sobre seguro que si yo fuera quien tuviera que solucionar un problema no iría a peor. Si es que un problema pueden ir a peor. Doy sobre seguro que los demás no saben solucionar un problema y yo sí. ¿Alguien sabe si solucionar los problemas que nos acontecen son nuestro peor enemigo?

Los lunes de tanto que me veo obligado a hacer se me agarrotan las manos y no hago nada. Las horas me pasan de soslayo esperando que los problemas se solucionen solos. Al paso del tiempo y una caña me doy cuenta que los problemas no se solucionan solos, y recuerdo que nunca fue así. Es cuando las horas se me hacen imposibles. Si tuviera que fichar en una empresa haría trampa y adelantaría el reloj. O lo retrasaría y empezaría de nuevo para cumplir con mis obligaciones. Mi vida es un auténtico caos: escribo leo y si no leo escribo. Leer y escribir es la defensa, mi escudo, la solución a mis problemas. La palabra decidora me salva del abismo. -"Deja al güelu, Ian, que hoy no vino"-. Los problemas que llegan a mi cabeza como pendientes los soluciono escribiéndolos. Si son importantes los dejo en el escritorio para releerlos al día siguiente y, después de corregirlos, los doy por zanjados. (El día que me gusta vivir lo escribo: no me atrevo a vivir un día que haya escrito yo). Pero a veces llegan a mi cabeza problemas de complicada solución y me tengo que emplear a fondo y acabo con un dolor de cabeza insoportable. No corto el problema de raíz y en vez de intentar solucionarlos voy a gritar a Les Seniaes. Me convierto en un ser vulgar y desmedrado. Me dejo llevar por las circunstancias y acabo dependiendo de amigas plañideras con aroma a café rancio. Los problemas que llegan a mi cabeza los lunes son los peores de la semana y si no les doy solución de manera creativa... ¡Joder, dona, joder!. A veces me siento incapaz de solucionar los problemas por simples que parezcan. Huérfano de soluciones, hasta que la María no me guiña el ojo y me saca del atolladero las hojas de los lunes quedan en blanco o emborronadas que es peor. Amanece cada día, pero un día es diferente a otro. No me interesa mirar atrás, sin embargo, ha llegado el momento de mirar atrás y escuchar en silencio. Gracias... (de nada).

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