martes, 11 de octubre de 2016

Entre tú y yo.

Hoy quiero que vengas a mí desde el otro lado de la vida, o sea, desde la muerte. De tanto verte morir o resucitas o no te conoceré en la vida, que pudiera ser la muerte si tengo que morir para conocerte. Qué complicada toda tú. ¿Qué sería de la vida sin la muerte? Tristeza en el alma. ¿Qué sería de ti si te echas a perder? Si te desdejas. En tus escritos has de dejar unos puntos suspensivos por si un aquel aparece en el "tránsito" y se diluye contigo. Yo prefiero que resucites a morir por ti. Morir por nadie, ni por amor. Te lo cuento para que no generes falsas esperanzas... O aprendemos a vivir con nuestras calamidades o convivimos lo mejor que podamos respetando lo insondable de cada cual. Si vivimos qué empeño es ese de morir. Y por qué. Si aceptamos la vida debemos aceptar la muerte como natural para olvidarnos de ella mientras vivimos. Cuanto más pienso en ti más me confundes. Un día no vienes y otro justificas tu ausencia, y, sin embargo, te quiero. ¿Cómo se explica eso? Pues muy fácil: mi vida es tan de aquella manera como la tuya pero sin hongos. Alguien con mucho y tan bueno a su alrededor no puede desear morir por un resbalón sin importancia... A veces me desesperas por tanto dolor y sufrimiento. Vale que tienes motivos, o que nos sobran los motivos, que canta el Sabina, pero tantos motivos son peores que la muerte en sí. Me cuentan mis informadoras que a una vecina en el pueblo de Patricia un asesino en serie le clavó 19 puñales por la espalda cuando menos lo esperaba -un asesino en serie asesina al alba con el pan recién horneado para despistar-, y no la mató: ¿de qué se queja pues? ¿Dónde está la pena y dónde la tragedia? Fundamental el aprendizaje, y estar preparado por si un asesino en serie te clava 19 puñales por la espalda: lo has de considerar lección de vida y no de muerte. Pero qué te voy a contar si tu vecino es el asesino en serie más buscado por el país, lo que no me entra en la cabeza es que sea tu mejor amigo después de mí. La vejez y la sabiduría deberían ir de la mano. Por cierto, ¿alguien sabe si los años altos es la edad del amor sin complejos o llegar a fin de mes? Bueno sería que aprendieras a vivir con todas las consecuencias pues según escribo recuerdo que me examiné para Dios y suspendí. Solo Felipe González aprobó, y con nota. En este país no dejará de haber puertas giratorias por mucho que el PP se empeñe en lo contrario. Si un día en de soslayo cayera una lengua de poeta seguiríamos hablando de la muerte y de la vida. Y del amor. Y de aquella canción. (No me cabe duda de que María, la Magdalena, siempre me acompaña). Gracias... (de nada).

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