domingo, 2 de octubre de 2016

Hay días que no amanece.

Días tiene uno que si una dama en su poesía me socorriera le prometería amor sempiterno. Si quisiera me tendría que socorrer hoy domingo antes de ir a misa o será tarde y no imagino qué camino seguiré: político, constructor, monseñor... No pido explicaciones ni tengo intención de culpar a un ente superior ni inferior. No quiero culpar a quien no sabe el dolor que me inflige por no dar importancia a las cosas que la tienen. Las cosas tienen la importancia que cual les quiera dar. Hay quien vive como vive, como quiere vive, y para vivir no le importa pisotear otras vidas. Otras vidas unidas por el vínculo del amor. Y por si fuera poco da pábulo a palmeros con acusaciones maliciosas a su paso. Hay quien no sabe qué hace con su vida y con la de los demás que maltrata de palabra y obra. Entronizada, apenas durará en las alturas porque todo lo que sube baja por el mismo precio. Está escrito en los anales de la historia.

Danza, danza hoy bailarina, pues un día ha de llegar que un rayo exterminador se clavará en tu alma y ensombrecerá tu vida: ese día quedarás sepultada en tu soberbia. Ni danza ni bailarina. Ni espejo que te reconozca. En de soslayo, y sin nombres para no dar pistas, se escribirá ese día de doloroso final.

Mientras, necesito fortaleza y una dama en su poesía que me socorra hasta de que llegue el día que ha de llegar. A santo no llego y la inocencia hace años que la perdí. No pido explicaciones ni culpo porque seré culpable. Me lo confirma María, la Magdalena, que me conoce mejor que yo mismo. ¿Seré yo ese rayo exterminador que se clavará en su alma y lo demás que pudiera ser mucho peor? Téngase miedo. Gracias... (de nada).

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