Es agosto y un día música enlatada y otra tamborrada, y más petardos. Demasiado ruido. Entonces, con tiempo, busqué por internet una casa rural para pasar los días de más ruido en el Pueblo de Patricia. Pero los precios, de haber plazas libres, se escapan a mis posibles económicos. Por huir del ruido sería capaz de dejar que me picaran los mosquitos... Tengo una idea: untarme de matamosquitos. No hay mosquitos, se los comen los tábanos. ¡Oh, no!. Pues vestiría traje de buzo sin botella. El Señor Dios sabe que no puedo pagar ni una litera. Y le di mi número de móvil al señor que atendió mi llamada por si a última hora alguien cancelaba su reserva y luego hablaríamos. Hablado estaba, pero insistí por si a última hora un reservista, como en la guerra, lo mataban, desertaba, o lo ascendían a general. A día de hoy no me llamaron: nada imprevisto, ni previsto por los que olvidan que en septiembre hay que comprar libros y libretas, lapiceros y uniformes. Pero que igual son cosas mías y tiene razón el gobierno con la prosperidad económica: la gasística y la eléctrica y la banca y etcétera. Los jubilados tampoco llegamos a fin de mes, por lo que creo que las familias vivalavirgen lo de los libros y libretas, lapiceros y uniformes del nuevo curso escolar lo tienen resuelto: ocho millones de coches en la carretera, y más trenes y aviones, lo confirman. (No me daré más vueltas, se trata de encontrar a un usurero que patrocine las vacaciones de verano y ya amanecerá algún día). Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario