El Pueblo de Patricia se engalana y no miento si digo que llegan las fiestas de agosto (las de julio, junio, mayo, abril, marzo y etcétera ya se fueron). Fiestas de mucho ruido y procesiones. Pero este año no me van a coger desprevenido, ¡ah, no!. El Pueblo de Patricia pasará una semana sin mí. (Fantasmagórica y real). No diría yo que alguna pagara para que no volviese (rencores de otros tiempos y otra vida, nada de qué preocuparse). Contraté en una agencia de viajes un curso de escritores ilustres que enseñan a escribir en un monasterio. Me dedicarán tiempo y yo pondré de mi parte: aprenderé. Cuando regrese a de soslayo no me reconocerá. Además de aprender a escribir, acordé con una cuentista chismosa por horas, en exclusiva, para que me cuente los chismes que circulan por los templetes del monasterio. Me siento joven para ser libre y esclavo del amor. (No estaba paciente, estaba malsufrido). Si me sobra tiempo también cultivaré la repostería monástica. Por cierto, mi esposa no va, mi esposa se queda, a ella no le molesta el ruido y le chiflan los saraos, me dijo que no se perdería un baile. El alcalde contrató una orquesta famosa (que no se respire miseria). Y eso fue todo, cuando vuelva ya les cuento. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario