Ayer fui a cenar al bar con unos amigos de mi esposa. Y con los amigos de mi esposa vinieron otros amigos. Amigos todos. En total éramos ocho. Y sin llegar a los postres comenzaron a hablar de política ¿? No tendría importancia que hablaran de política ni que de ocho cuatro votaran a VOX porque hay que llevarse bien y yo fui a cenar y ser la mejor versión de mí. Yo a lo mío, pero lo mío dejó de ser mío cuando uno dijo: "algo harían". Se refería a las cuarenta y tres mujeres asesinadas en lo que va de año por violencia de género. Y entonces, mi esposa que me conoce me dio una patada que fue una coz más que una patada por debajo de la mesa y controlé mis debilidades, pero le dije que me explicara la frase que acababa de decir, lo escribiera en un papel y me lo acercara a casa pues de repente me habían entrado ganas de cagar y yo si no cago en casa no cago para limpiar el culo. Hay frases que me dan ganas de cagar y en presencia de mi esposa no quiero que el aroma de mis desprecios le apesten. ¡Maldita violencia de género!. Dije y estoy diciendo y lo diré alto y claro para que lo escuchen los torpes de entendederas que no oyen los desprecios ni los golpes del vecino a una mujer maltratada, que si no lo denuncian ante la Guardia Civil ni el maligno los querrá para arder en el infierno... Despreciar a una mujer es perder. Mujer, ten fe, que ningún despreciable machista te intimide, pues con el rojo atardecer emergerá una estrella y brillará con tu nombre. Gracias.
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