domingo, 15 de septiembre de 2019

Aprendiz de los excesos.

El drama político que vive el país con un partido que ganó las elecciones y debiera gobernar pero la avaricia de su dueño le obliga a más. El dueño de un partido político se ha cargado de hipocresía y cierra toda esperanza a asumir el control político del país. En un verbo a jubilado el pensamiento democrático de otras ideas y sus propuestas. El dueño de un partido político centenario no quiere gobernar, quiere reinar y llevar a los votantes a nuevas elecciones ¿? La democracia no es absolutista.

Los votantes nunca se equivocan, se equivocan los políticos que no acatan su voluntad. El dueño de un partido político cuyo nombre no me viene a la cabeza no quiere gobernar, quiere ser rey y reinar. En la era de la posverdad, en un acto suicida al margen de la voluntad de los votantes, el dueño de un partido político quiere reinar. Y a las evidencias me remito... Creo yo. Como creo en una amiga de buena fe que cree en Dios y no tanto en sí misma. Creer y ser no es lo mismo si hablamos de lo que sea, incluyo la esperanza. Un voto no es devoto, pero tiene voluntad de gobierno. El dueño de un partido político sin oficio, loco de la cabeza, casado con la soberbia, enseña a un pueblo que solo se aprende sufriendo. Eso ya lo sabíamos, lo sabíamos antes de padecer el calvario que estamos padeciendo... Ahora que parecía que la razón estaba de parte aparece la insolencia desangrando el corazón de los votantes. Hoy, la confianza que un votante deposita en la urna es una limitación para casi todo, un defecto, un fraude, un latrocinio. La mayor decepción. (Si me obligan a votar, volver a votar, nos veremos las caras y no será por las buenas). "La mayor victoria está en vencerse a sí mismo". (Pedro Calderón de la Barca). Gracias.

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