sábado, 21 de septiembre de 2019

La cultura es el pueblo.

La cultura es el pueblo. Y el pueblo pasa hambre. En un pueblo y en los tiempos que corremos la cultura es carnaval. Si no fuera porque en un pueblo la cultura es carnaval, el pueblo sería millonario aunque pasara hambre. Lo leí en un libro bueno.

Cuando uno participa en una fiesta -carnaval, por un decir-, lamenta que la cultura no sea, además de carnaval, un libro. No solo de pan vive el hombre. Si yo tuviera hambre no solo pediría pan, pediría pan y un libro. Pero yo soy yo y me importa lo que me importa. Hoy, en de soslayo ataco a los que solo hablan de carnaval y no reivindican la cultura que alimenta el alma del pueblo. El pueblo no puede pasar hambre ni puede ignorar lo que está pasando, porque pasa. El pueblo pasa hambre y no sabe que sus gobernantes viven en un carnaval mientras el pueblo, ay, el pueblo. A quien no sabe ni aprende y no tiene quien le enseñe vive un continuo carnaval y qué lástima. Un hambriento puede calmar su hambre con un mendrugo de pan pero si le falta un libro sufre aflicción porque es un libro y no un carnaval lo que necesita para saber que un libro es para el hombre como el agua para Les Seniaes. Fedor Dostoievsky, cuando estaba prisionero en Siberia, por carta pedía socorro a su familia: "¡Enviadme libros para que mi alma no muera!". Tenía sed y no pedía agua, tenía hambre y no pedía pan, pedía libros para que su alma no muriese. La agonía del cuerpo dura un soplo, pero la agonía del alma dura toda la vida. Gracias.

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