Estoy en blanco. A veces son las páginas de un libro malo y otras son mis comentarios de soslayo que están en blanco. Sin pena ni gloria, hoy soy yo el que está en blanco. Ni siquiera es normal para mí. Mi ordenador que me ordena se ha negado a escribir... ¿Y ahora? Un domingo de ir misa y decir la verdad me viene a la memoria una niña que su madre arrancó sin piedad de mi corazón. Ni nombro a una niña ni nombro a la madre. Me importa la madre y su hija y su otra hija: dos niñas maravillosas, y su marido y su padre. Me importa su familia. Si digo me importa, hablo por mí y hablo por mi esposa. En los años altos no se descuida el amor. Pero una madre es joven.
De una niña maravillosa ayer fue su cumpleaños. Ayer fue el cumpleaños de Kristel. Aunque sea el 12 de noviembre un día dedicado a Kristel, también lo es para una niña maravillosa que no puedo ignorar. Duele ir por la vida obligado a dejar pasar de soslayo otros amores... Dicen que a su madre se la puede ver entre asuntos inaplazables mientras descuida otros amores. Y las culpas de otros son. Ni un lejano temblor me hace dudar: no existe ni una razón en el mundo que convenza.
Vivo la inmediatez y no siempre me reconozco en ella. Y así todo lo demás. Cada cual va a lo suyo y yo no obtengo el merecido reconocimiento que me debiera corresponder. Defiendo a mi familia no menos que el amor de gente que se ha hecho sin querer o queriendo un hueco en mi corazón. Jamás, y si digo jamás digo en mi presencia, nadie ha deshonrado la memoria de la familia de una niña que no nombro y sin embargo... Mucho se ha escrito de mezclar churras con merinas. En nada hemos cambiado. Solo merece la pena vivir por amor. Qué triste querer y no poder. Y más si nombro a una niña y la madre que no sabe ¿o no se entera? Pero qué triste asomarse a la ventana y ver que el cielo está nublo y no puedo acercarme a su casa a cantar cumpleaños feliz. El amor de una niña vive alejado de mi corazón y el de mi esposa porque su madre así lo ha decidido. Si quisiera la dejaría decir que de un tiempo a esta parte las cosas han cambiado y entonces... Mala memoria: soy de ciencias y las cuentas las llevo al día y de un tiempo a esta parte han pasado ya tres años. No tres meses. Mucho tiempo para volver a la verdad sin vanidad. Me quedo con lo mejor de todo que no es poco. (¿Hubieras puesto la otra mejilla, como Él, al escuchar mi voz de saber lo que ahora sabes a pesar de los besos que no me diste? Hoy no vengo a hablar de lo mío sino de lo tuyo). Sus asuntos suyos son. A mí me importa lo que me importa y ella, por más que mande si manda, en el corazón de mi esposa y en el mío no manda. Gracias... (de nada).
Muy acertado...
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