Comencé a crer en ti a medida que te fui perdiendo.
Al declinar tu figura comencé a desdibujarme
y fui agua de lluvia desparramada.
No te diste cuenta que me estaba yendo.
Tampoco sé si te hubiera importado.
Mi voz arriesgaba cada día el silencio a gritos.
(Siquiera las mieles de tu cuerpo hubieran
soportado tu imagen ante el espejo).
Has hecho de mí un hombre cabal de inexistencia.
Solo tu ausencia fue real.
¡Híjoles, qué fuerte!
ResponderEliminarMuy bueno...
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