El asunto se complica y al tercer día la vecina chismosa da parte a la Guardia Civil. Y para que sepan a quién tienen que buscar, les cuenta que pocas veces le ha visto descansar, si una u otra, pero siempre muy activo. Tampoco le ha visto reír y sale de casa en contadas ocasiones. Nadie imagina porqué pero desde el día que le dio por ser dueño de su silencio no levanta cabeza y arrastra los pies. Barre la acera cada medios días, por cierto, peor que siempre, la verdad que se diga. Y es muy guapo pero no resulta sexi. Confía que sean datos suficientes. En la Guardia Civil pone sus esperanzas. Probe.
La esperanza nunca se pierde...
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