Una amiga, muy suya ella, me dice que ya me vale de cantar mi cotidianeidad y me amenaza con irse: "¿Qué? Tiene razón, mi cotideanidad es mía y a nadie interesa, aunque sea muy parecida a otras tantas y esté de actualidad. Disculpa, amiga, yo culpable, no quiero que te vayas. Pase lo que pase, cambiaré.
Sin embargo, a una amiga (que acierta a descubrirme el alba cada madrugada, gracias), algo le tengo que decir, hablo en serio, que tus zapatillas deportivas con las que ganas carreras de andar por casa no necesitan cordones. ¿Verdad que no lo sabías? Dama de poncho deshilachado, a veces vencida en tu hamaca, disminuida el ánimo, sangrando el corazón y el alma herida, no quiero que sufras ni penes recordando otras zapatillas con cordones y otras carreras que ganabas por otros caminos porque eran otros tiempos. Duele la vida. Duelen los achaques. Duele ser viejo, pero duele más envejecer. Lo tengo escrito de ayer. Querida amiga, no quiero que te acurruques entristecida ni derrumbes tu mundo. Que tu mundo también es de otros. No te dejes atrapar por los años que envejecen sin alivio, reacciona ya, abrázate, o abraza a quien quieras, sea quién sea, no es mala persona quien abraza por amor.
Te haré una confesión: de cuando en vez me escapo por la ventana de casa, como cuando era niño me escapaba a jugar sin hacer los deberes, y voy a tu encuentro. No quiero morir sin conocerte. Y procuro partir calculando el tiempo para no llegar a esa hora que acostumbras a dormir la siesta en tu hamaca, pero como no sé dónde vives, no importa el horario ni la ruta que emprenda me pierdo y regreso a casa bajo el mismo cielo sin conocerte. Sin embargo, no pierdo la esperanza, y es cuando en casa cierro los ojos y dejo que mi imaginación vaya pasando imágenes de esas que deambulan sin miedo a perderse para intentarlo de nuevo otra noche. Descarto que te escondas, pero no me fío: miedo debieras tener si descubro tus pasos por otros caminos; ni tus lectores, algunos con nombres tan intimidatorios como "TORO SALVAJE" y "DRACO", o tan dulces como "Amapola Azzul" y Trimbolera" te librarían de mi ira.
Ni otro país, ni otro camino: mientras me sueñes andaré cerca. Y recuerda que las noches desveladas dejan escapar los mejores versos. Tú no dejes de pellizcarte. Gracias... (de nada).
ResponderEliminarRealmente agudo...
Te faltó decir que tengo un amigo llamado Emilio muy querido. A veces creo que le da pena lo vean conmigo. Otras -muy pocas- se deja ver regalándome palabritas de cariño.
ResponderEliminarAntes si, traicionaba y me iba a otros sitios sin dirigirte la palabra. Te saludaba sin que lo supieras y me iba a dejar mi huella bobita pero ya no. Ya nomás vengo contigo y callada casi siempre me retiro a recordar los abrazos que no te he dado.
Las zapatillas sin cordones ja. No tengo. Sigo con los mismos viejos que usé cuando la primera carrera de "Pasos lentos". En este país mientras los políticos roban descaradamente ante nuestro asombro, los pobres seguimos viendo cómo subsistir ante un país bañado en sangre, feminicidios que a nadie importan, linchamientos, el pueblo cansado cobra justicia por propia mano.
Así andamos. Infieles agonizantes, musas esmirriadas, niños solitarios, esposas celosas, hombres desarraigados del hogar por comodidad. Este mundo a pesar de todo sueña con que un día despierte de la pesadilla en la que políticos corruptos y un pueblo cansado sean parte del pasado que todos querrán recordar para no volver a caer en el mismo error.
Te quiero hoy, gracias por -a pesar de todo- leerme.