miércoles, 26 de octubre de 2016

El perdón de los pecados.

Mi mente absurda no va bien, y, por mucho que la dama que no me deja ir me diga que si me perdono volveré a ser la persona que fui ¿? Pobre, como si me importara ser la persona que fui, otra cosa sería tener la capacidad de perdonar a quien hace daño a mi familia. Para ese tema familiar, la dama que no me deja ir habla de purificar la conciencia que tengo perturbada ¿? A la vez que me asegura que en los años altos de la vida casi todo lo que sea perdonar es imposible. Cree que soy incapaz de perdonarme; no la contradigo por no llevarle la contraria. En lo otro se la llevo. Lo otro tiene que ver el amor: cuando deja de ser dama para ser mujer me acosa sexualmente. Como el PSOE cuando era PSOE: No es no. Y no me perdono porque no tengo nada que perdonarme, ni a nadie. Si nadie es nadie ¿a quién perdono? Claro, mujer. A nadie. Tengo la conciencia tranquila. Sea lo que sea soy inocente (como los políticos).

En otro tiempo y en otra vida las cosas eran diferentes, pero en esta vida no me siento perjudicado por nadie, ni soy consciente de que alguien me haya hecho daño. Otra cosa es a mi familia que sí. Pero no pierdo la esperanza que llegue el día que todo se arregle de la mejor manera posible. Ganará la verdad, pero antes volverá el amor. Sin amor no hay gaita que tocar. Otra cosa es Rajoy. (Este hombre acabará conmigo). Con Rajoy el asunto es diferente. Perdonar a Rajoy digo no. Ya le perdonará Dios y María. Además, sin recortes a su iglesia, el IBI que no pagan y otros privilegios da para el perdón global de los pecados del PP, incluidos aquellos presuntos del banquillo de los acusados. 

Más que el perdón de los pecados agradezco el respeto, los afectos, los ejemplos: todos cabemos en el mismo barco, en las mismas escuelas, o en las distintas iglesias. Todos y todas sufrimos el mismo dolor: la pobreza, la enfermedad, etcétera. Y amén, que hoy me sale todo muy de domingo de ir a misa. Gracias... (de nada).

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