sábado, 29 de octubre de 2016

A los muertos vivientes.

Se acaba octubre. Vale que esperaba más de octubre, pero "a caballo regalado no le mires el dentado". Es sábado, y honraré a los fieles difuntos: hoy es su día, dona así lo quiso. Con noviembre los muertos están de enhorabuena porque los vivos se acuerdan de ellos y les llevan flores y les sueltan penas de nostalgias. Se pudiera pensar que es injusto que se recuerde solamente un día al año a los muertos en procesión. Cada cual a los suyos. También es injusto que los muertos dependan exclusivamente de la memoria de los vivos. Hay tantas cosas injustas en la cotidianeidad que nos tocó en suerte vivir. A fin de cuentas vivir es una suerte. Malo malgastar la vida en vilezas. Si yo fuera marianista de Mariano, no marianista de la Compañía de María, marianista de Mariano presidente, hoy estaría de enhorabuena, y, a poco tiempo que supiera más de lo que sabe Mariano, quién será el ministro o ministra de Justicia, le solicitaría como marianista asociado de Mariano, que introdujera en una ley que le viniera como anillo al dedo, un capítulo dedicado en exclusiva a condenar a los muertos vivientes sin atenuantes con pena de cárcel. Hablo de sicarios que destruyen con sus caprichos la credibilidad de un pueblo. A los que se valen de los privilegios de la información sensible como instrumento difamatorio. A los que interpretan la realidad de las cosas en el cortijo de sus antojos. En fin, a los muertos vivientes que dan silencio por respuesta avalado por sus humildes y amén. ¿Será posible luchar contra la difamación que propugnan quienes viven a costa del Erario con arrogancia sin caer en prácticas cercanas al genocidio civil? Esa es la pregunta y tal vez no tenga respuesta. Gracias... (de nada).

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