viernes, 9 de septiembre de 2016

Incredulidad febril.

Inevitable la pregunta: ¿alguien sabe por qué se llega a querer y se de deja querer y se llega al olvido de la noche a la mañana como quien va al camposanto y entierra al amigo con lente de objetivo? Respeto al amor, al pensar y al sentir diferente. Desprecio y mala correspondencia. Vendedores y compradores de amor al cuánto tienes tanto vales y etcétera. Corruptores de sentimientos, viven de las apariencias. Desangrada la fe y sin esperanza, el tiempo que tarde en aparecer el enterrador que está enterrando el último idilio y baje los cuerpos y suba la cuerda. Me bajo aquí, estoy agotado y me tiro al monte con mi ideología, y mis principios y mis besos y mis caricias al encuentro del amor: a tu encuentro, amor. Una pregunta lleva a otra: ¿cómo se explica el amor sin poesía? En este enredo anda uno metido un viernes de fiar sin ironía antes de romper con quien no se respeta a sí misma ni respeta... Esa gota de descaro ha desbordado las mejores expectativas que tenía depositadas en ti. Quedan confirmadas las dudas y el peor de los presagios: muerta dona y muerto Eugenio asoma la melancolía que nace del desamor, y llega para quedarse. Disculpen la incredulidad febril. Gracias y sean muy felices.

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