No es saludable creer todo lo que se lee, sea propaganda de centros comerciales, revistas, periódicos, o creaciones literarias de escritores sin talento. Sin talento no hay personaje creíble. Al menos para el lector inteligente. Hablo por mí: ni yo mismo me fío de lo que escribo, a veces me lío de tal manera que no sé cuándo acaba el personaje real que me inspira y empieza el personaje de ficción. Intento escribir algo interesante que interese a quien me lee; es difícil escribir cada día algo interesante que interese: si escribo sobre la realidad que vivo miento o se lo dedico a Rajoy. Casi todas las desgracias que escribo las suscribe Rajoy. Rajoy es culpable de la mayoría de las miserias que escribo. De las propias, a nadie interesan. Todos y todas tenemos miserias que cantar: cada cual las suyas y va que arde. Escribiría al amor sin cumplejos si fuera de mucho mentir. Si escribo al amor no miento y eso perjudica seriamente mi salud mental. La política para mí también es un sentimiento herido. La política de todos los políticos irresponsables en sus obligaciones. Los políticos pintan líneas rojas entre sí: ¿dónde pintan sus líneas rojas? Nombro PSOE porque la "ROSA", la "O" y la "E" las siento mías, no tanto la "p" y la "s": una de sus líneas rojas, y hablo de corrupción, es la apertura de "juicio oral" por un magistrado para verse obligado un cargo público a dimitir y sí, pero no... una mano tapa otra. De lo peor que tienen los políticos es que tiran a matar y no les importa si tiene nombre la víctima o le apetece morir. Vergüenza les debería dar. Después leo la prensa y cada día encuentro las mismas atrocidades con distinto nombre. O una nueva familia que perdió la esperanza de comer hoy y mañana. Ni harto de cazalla hubiera creído que aquello que vieron mis ojos en un contenedor de basura era un padre de familia. Urge dignificar la vida, poner en valor los valores humanos y volver a la verdad. Si un periodista parlamentario se olvidara por un día de los políticos y escuchara a las personas de escaso juicio en un Centro de Salud Mental, esta pobre patria mía se salvaría. Sé lo que digo, y no lo sé de oídas. Gracias.
Tienes razón...
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