Ayer estuve con Ian en un pueblo más grande que el de Patricia pero más pequeño que el de Kristel. ¿Y saben qué? Ian se afilió a un partido político. Esa verdad de Perogrullo no caerá por su propio peso. Me explico, o intentaré explicarme porque este caso trae cola. Ocurrió más o menos así:
Ian me llevaba cogido de la mano en dirección a un parque donde íbamos a pasar la tarde, y al cambiar de acera, como él no mira si vienen camiones miro yo, en un descuido hizo una llave inglesa, me tiró al suelo y puso pies en polvorosa, después se coló en un local con carteles pegados en la pared y, como si estuviera en su casa, en un verbo se hizo dueño del local. Se acercó a una señora que estaba detrás de la pantalla de un ordenador, la levantó de la silla y "pucha" y "mu mal", "mu mal", "mu mal", "mu mal" y "baixa" y "senta" y dale al zapateo encima de la mesa como un caballo desbocado acompasado con gritos diabólicos. Siempre, y si digo siempre digo hoy, más de cuatro o seis palabras y esos diabólicos gritos no le sacas. Intenté calmarlo: "por el amor de Dios Ian, razona, baja de la mesa que esta señora llamará al 091 y por la madre que te parió que no te conozco". Que si quieres arroz Catalina. Ian es Ian. De repente, y no sé de dónde, apareció un señor y me dijo que Ian tenía futuro en política: "grita y no se entiende lo que dice". Y que si en diciembre hay elecciones, y se lo presto, iría de número uno en todas las listas al Congreso de los Diputados. De señoría ejercería de portavoz ejecutivo hasta que se soltara a insultar, mentir y chantajear, que entonces ya se vería: presidente del Banco Mundial, o... "Mire usted" -me dijo con la cara de se lo juro por Dios-: "Será el próximo presidente de gobierno. Se lo prometo y no miento. Yo no soy esa". De vuelta a casa, Patricia me preguntó cómo se había comportado Ian, y le dije "mu bien", "mu bien". Patricia no lo entendería, no es como esa de la caja "B" que en la "A" no me queda y la cara como los discos de Bárcenas antes de que tropezaran y se hicieran añicos. Vale decir, que en las elecciones vota por compromiso. (Seguiría cantando más verdades de Perogrullo, pero es viernes y llego tarde al mercado). Gracias... (de nada).
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