Merecerte,
retornar a la verdad,
escucharte entre sollozos,
y sin darte cuenta ser tu propia esperanza.
Merecerte,
sentirte y mirarte,
asomarte por dentro,
y desenmascarada quererte.
Merecerte ardiente y llena de pasión. O escuchar el lloro de las plañideras en tu propio funeral.
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