lunes, 12 de septiembre de 2016

Mancuerda.

¿Y qué dice, mujer, tu corazón que fue mi grumete y timonel?
Orientando tu mirada hacia el horizonte,
contra vientos, mareas y tempestades
con las velas siempre izadas por el mástil del amor.
Entonces el tiempo pasaba rápido,
como una bandada de delfines
sorteando los escollos de corales.
No supe evitar el descalabro al transitado desastre al que empujabas.
Pero he sobrevivido a la magia de tu sonrisa que alimentaba mi corazón.
Hoy escribo intentando anudar palabras para conjurar una cita
para que puedas volver a la mujer sencilla que conocí,
a la circunstancia de aquel tiempo y la memoria.
Si aún me quieres como yo a ti.
Mujer, nada es lo mismo sin ti.
Aún escucho los gemidos que brillaron un día sobre nuestros corazones.
Ahora navego sin rumbo bajo las estrellas y no sé qué será de ti ni de mí.
Te echo de menos mientras oigo tu voz a la deriva.
¿Y qué dices, mujer, acerca de tu voz a la deriba?

Te llamo con el hilo de voz que aún me queda para decirte que la trama que sustentaban tus mentiras se ha desecho.
Seguiré navegando con tu recuerdo adónde el viento de levante me lleve.
Amarrada al timón que fue tuyo y al dolor que me infligió tu engaño.

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