martes, 19 de julio de 2016

Y amén.

Patricia enferma.

A Patricia la llevé de urgencias al hospital y pensión completa. De otra manera mal, quiero decir que de salud bien, gracias, pero de otra manera mal: es jodido pasar tres horas en el pasillo de un hospital con el gotero en vena y un dolor y una incertidumbre hasta que un médico y una pruebas y unos resultados y te vamos a dejar esta noche para ver cómo evolucionas. Al día siguiente, previsiblemente, nada malo: alta hospitalaria y reposo en cama una semana. Y su padre, que soy yo, a encargos. Sin dona, como en casa ni hablar. En esta vida que nos hemos regalado nada es gratis, todo cuesta y mucho, por más que los usureros digan que un ático con terraza y vistas al mar es gratis. Tal vez lo sea la vuelta que damos al sol cada año, pero hay que vivir para dar esa vuelta y vivir cuesta. Uno no gana para sustos.

Los encargos.

Ve tú que a mí me entra la risa. Primero al médico y luego a la empresa a llevar la baja por enfermedad.

Centro de salud.

El médico: trabaja tu mujer.
Yo: buen día.
El médico: lo digo porque estás aquí...
Yo: evidente.
El médico: ¿y qué quieres?
Yo: la baja por enfermedad para Patricia (que no era ni de lejos lo que dijiste que era. Listillo).
El médico: déjame ver esos papeles. Ah, era eso, pues eso es...
Yo: disculpe, tiene el consultorio pleno y yo prisa.
El médico: ¿me dejas leer el parte de alta del hospital?
Yo: claro (ahora quiere saber la verdad, no se conforma con la mentira).
El médico: Y esto y lo otro y lo demás allá. Lo que tiene Patricia es lo que yo decía...
Yo: vale, pero no me lo explique que no lo entendería (ni Dios y María en estado de gracia).

Centro de trabajo.

Yo: ¿da su permiso?
Una voz detrás de la pantalla de un ordenador: pase.
Yo: la baja laboral de Patricia.
Una voz y etcétera: ¿es eso?
Yo: sí (se encuentra mejor, gracias).

En resumen.

Yo, como los políticos, todo por responsabilidad. Con la diferencia que lo mío es por amor responsable. La sanidad privada de Rajoy mal. El pueblo de Patricia a muy mal. Y la amiga que cambió sus caderas de acera y al verme preguntó por Patricia trabajadora y no por su salud, como jefa, peor que amiga ida. A veces nos quejamos de los demás y no somos conscientes del dicho popular: "el que rompe paga".

La denuncia.

Traigo a de soslayo una denuncia: cualquier encargo, si no es por amor, que lo cobren. Ya sé que nada es gratis, pero que lo cobren. Cueste lo que cueste estoy dispuesto a pagar lo que me pidan antes que deber favores o dar explicaciones que a nadie interesan. (Y no, Patricia no está embarazada). No tengo más que decir. Más nada de nada a nadie tengo que decir. Estoy que me vomito. Con el perdón.

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