lunes, 25 de julio de 2016

La involución de una mujer.

Yo.

Un hombre en vida esperanzado (yo, por decir), que ejerció su derecho amar y amó, por circunstancias raras (en la fosa sepulcral yazco sin consuelo ni pensión), se encontró con gentes de hipócrita sonrisa: políticos de ambición exagerada, profesionales de la comunicación sin interés por contrastar la noticia, burócratas pegados al ordenador que les ordena (a esa la veo impaciente a la puerta del Campo Santo esperando con su barriga agradecida).

La "lista".

Hace tiempo que debiera haber enmendado la plana a la "lista" que todo lo sabe (la miro y la recuerdo humilde), pero Carmen me contuvo y no me dejó ir más allá de la realidad virtual. Pero ahora, muerto, soy libre para defender los intereses de las personas que amé hasta la muerte. (Téngase miedo).

Dictamen.

Morir de éxito o cancelar tus sueños de grandeza. Ese el dilema. La mala conciencia clavará su aguijón en tu corazón, y afligida conocerás el abandono, otra decepción mayor, esa amargura y, especialmente la indiferencia. Por tu manera de mentir, de embarrar la verdad, de manipular la palabra, de hacer daño al débil, tus pensamientos serán condenados a reproducir sentimientos de otra. Dejarás de ser tú para ser apenas lo que nunca fuiste y vagarás por caminos iguales y distintos: algunos serán poemas, otros la confusión que emana de la locura: no sabrás discernir el bien del mal y descubrirás el precipicio que existe más allá del dolor de alma. Allí me encontrarás y ya no podrás volver a la verdad. Inapelables las tentaciones. (Para tu información en el Campo Santo no hay facebook).

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