No es recomendable escribir al dictado de los titulares en las primeras de los diarios. Son miserias que no interesa recordar. Pero todo es opinable, o casi todo. Lo que no es opinable, porque no, es que quien escribe miserias acaba acostumbrándose a ellas. Y peor, lo asocian a ellas. No interesa quien escribe al dictado de la noticia contrastada en los medios de comunicación ni amar a quien escribe lo que ven sus ojos. No interesa saber. Por mi innegable vocación para querer y ser feliz he caído en el desprecio. Soy hijo de la palabra y del qué dirán. Mi madre es la pobreza y mi padre el dolor y la enfermedad, y no puedo escribir sobre ellos porque no están muertos.
Las buenas noticias no existen. Al ser domingo de ir a misa se podría decir que Dios es ateo. Si no nos salva la María estaremos muertos antes de que el PSOE decida si es de derechas, de izquierdas, si vale Pedro o llamamos a Susana. Nos cuesta hacer algo por los demás: nacemos para justificar horrores y así vivimos, y en eso estamos todos los días. Matando al mensajero.
Como decía un buen amigo chileno: a veces me subes al cielo y otras ¡Zaz! Me dejas caer. Es lo que me pasa con tus textos.
ResponderEliminarUn saludito