En Les Seniaes, el paraíso donde todo comenzó, los labradores trabajaban para hacer parir la tierra, otros eran obreros y con sus brazos construían el país, y, como era zona turística, la hostelería tenía un papel preponderante, pero también, y sobre todo, había gente con extraños modos de obtener sustento para alimentar a la familia como excusa. Créanme que no hablo de política. Aunque de política hablaremos otro día que necesite, en la Tierra de la Luz y de las Flores, cantar Asturias Patria Querida abrazado a una farola para no caer en una depresión. El asunto que hoy traigo a de soslayo es más grave de lo que pudiera parecer si nombro trabajar para alimentar a la familia como excusa. El asunto es grave y va para tragedia si alguien no lo remedia. Y ya nadie podrá remediarlo porque "la flecha ya está en el aire" dañando la imagen del pueblo. Del campo no se vive, la tierra ha muerto, no produce porque su fruto no es rentable; los obreros no construyen el país porque pronto no habrá país ni otra cosa, según Donald Trump. ¿Y el turismo? Ay, el turismo. ¿Quién pues se ocupará de defender los valores de España y sus símbolos patrios, la ruta de los Derechos Fundamentales y el Camino de Santiago? Gracias.
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