Estar y permanecer en la vida también es eso que nadie puede hacer por nosotros. El compromiso que adquirimos cuando nacemos y nos descubrimos, cuestionamiento permanente, que a veces se nos manifiesta como un bajón, un vacío, y otras angustias. Sería estupendo que al nacer nos dieran un lienzo en blanco, con pinturas de colores, con pinceles, con espacio y tiempo, sin prisa para dibujarnos y colorearnos tal como nos sentimos. Que nos dijeran: "dibujaros". Y que todo se pudiera borrar y volver a pintar. A veces nos tiembla el pulso y nos dibujamos distintos. Es el momento de recordar que con esfuerzo podemos borrar aquello que nos perjudica la psique. Tenemos derecho a dibujarnos mil de veces hasta reconocernos en el lienzo. A los que buscan bienestar y no tienen impedimento sus necesidades les dicen cuándo modificar su obra. Diferente y doloroso es pintar o corregir una obra cuando eres discapacitado, y no porque te falte fuerza ni el saber restaurar la obra, es que no corre el aire. Alguno tiene la suerte de que le acompañe la Magdalena. Respeto y fin a las metas imposibles. A mí no me cuesta imaginar cosas. Puedo andar por las aguas y emborracharme con agua. La voz en grito es del que no puede en ningún caso. El que no tiene elección. Ese que no ven, no oyen ni reconocen. Qué extraño placer encierra encubrir ante una persona con discapacidad la propia discapacidad. Imagino un discapacitado intentando ser otro, pero igual solo quiere ser él mismo. También puedo imaginar voces más poderosas que la santa poesía en la cabeza. Me salva la imaginación. Gracias.
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