Joaquín Sabina es un hombre de ciencia ficción, si se entiende que siendo una síntesis de sí mismo, todo él queda reducido a su extraordinario talento. Solo eso y algo más tal vez. Joaquín Sabina es persona que -lo advierto para curarme en salud-, podría tener otros asuntos inaplazables en su vida por zanjar. Joaquín Sabina es un hombre sensible, lo describe y a la vez lo disculpan sus composiciones poéticas si fuera necesario de las cosas malas y buenas que se le suponen y sin las cuales sería un hombre escaso de juicio. Joaquín Sabina se resume a sí mismo. No hay otra posible comparación ni definición. No existen señas de identidad figurativa, distinción o descripción; ninguna referencia para ubicarlo que no sea en el espacio de sus convicciones, sus creencias y su ideología izquierdista. Tampoco coordenadas para hallarlo si le diera por irse. Joaquín Sabina se define a sí mismo con su porte conclusivo. No existe sensación moral en su aspecto. Ningún ridículo eufemismo. Ningún sofoco de grandeza. Ningún descuido, aflicción o tropiezo miserable. Ningún pecado capital más allá de su doliente humanidad tocada de excelencia que entrega al véspero y la recoge alba con un verso. Ningún celo ni recelo. Poco más: Joaquín Sabina. Una persona de modestas vanidades y egoísmos democráticos que no le disgusta ni cansa parecerse a sí mismo al doblar las esquinas donde la resaca de los deseos le basta para seguir por el transitar de su existencia. Claridad de pensamientos, enunciados geniales, salidas de pata de banco brillantes, desbordante ingenio, acento de poeta. Hablo de Joaquín Sabina y de utilizar su explosivo sarcasmo con la rara propiedad de no herir al oyente nada más que lo justo, pero golpeando a su destinatario hasta el dolor. Su estilo le habilita para clarificar sus realidades. Joaquín Sabina sincero y hábil siempre dispuesto para su palabra que no considera réplica porque no es persona que se obligue a decir siempre la verdad. Personalmente me fascina que sin mancar la palabra sus decires sean tan deslumbrantes. Escribo al genio creador Joaquín Sabina, cantautor de garganta profunda, tutor de la palabra, poeta del amor bien entendido, trovador de la vida. "El Sabina".
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