-Maestro, ¿cuándo seré fuerte? -Cuando no hagas daño a tu prójimo. -Y cómo se hace eso. -"Haz bien y no mires a quien".
Un maestro puede ser parte esencial de nuestro ente y dejarnos imborrables enseñanzas que nos acompañan el resto de la vida. Enseñanzas que pudieran llegar a ser horrores si el no querer y la desidia nos abraza. La diligencia tiene tanto de vida como de muerte. (¿Inactivo? De risa). Un maestro enseñó lecciones de vida y fue enriquecedora su sabiduría y su recuerdo imborrable. En este punto me viene a la cabeza un alumno que aprendió que para olvidar hay que tener memoria... Bajo esa premisa olvidó viejos rencores y dio futuro a quien pudo cambiar su vida. (Realmente cambió su vida: llenó la nevera y llegó a fin de mes). Proveyó de justicia ciega a su entorno y mereció la pena porque al fin hizo lo que debía y por esas cosas de la vida también se lo hizo a sí mismo. Y volvió a reír. A un allegado le confesó que de saber lo rentable que es hacer el bien lo hubiera hecho antes aunque solo fuera por el beneficio que conlleva, incluida la salud. (¿A quién importa a quién? Gracias.
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