Según quién y el momento, hablar de amor es la mayor ofensa. La ofensa que desprecia los sentimientos del corazón. (Lo contrario al amor es la indiferencia, no el odio). Todos tenemos derecho amar, otra cosa es que nos amen. No es lo mismo amar que ser amado. El amor se merece; el amor hay que ganarlo. Caprichoso el amor. ¿Quién no se estremece ante una mirada de soslayo clavada en tierra? Una mujer dejó de amar y clavó su mirada de soslayo en tierra cuando dio a entender sus intereses. Una mujer y una pena. Y una Ente Superior capaz de morir por la humanidad. Pero todo y nada es lo mismo: nos falta fe. A mí no, claro, yo estoy muy mayor para negar lo que ven mis ojos. Tal vez si cada cual se atreviera a sacar de sus adentros el odio que lleva dentro. Pero eso es demasiado pedir desde el punto de vista del poeta: Amor que no volviste.
Las cuentas de ese rosario no dan para rezar una vuelta de oraciones y alimentar la esperanza de volver un día al amor y la santa poesía. Nos falta fe. (Otras cuentas tiene ese rosario). La esperanza de que algún día seamos lo que fuimos. Gracias.
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