Felicidad caprichosa. Felicidad y estrategia. La felicidad. Y me perdí y no sé a dónde iba. La pandemia culpable de una vida que no soñé. Qué razón tenía Tino: "la sintaxis, vigila la sintaxis". Tino se fue y la dama que no me deja ir no quiere verme ni en pintura. La esquizofrenia y la sintaxis no se llevan bien. ¿Y qué de la estrategia de Iván Redondo y un botón nuclear? ¿Y qué más de la creación literaria que espabila la modorra de los más distraídos? Los manicomios y los cementerios están a rebosar. Lo que menos las palabras desgastadas, lo que más la estrategia, la esquizofrenia y la sintaxis. ¿Qué fin persigue un viernes de mercado que no sea el desprecio de un matón de barrio y el abuso de poder? Cada perro lamerá sus heridas. Yo solo quiero que las familias lleguen a fin de mes. Y llegarán, pueden creerme. La familia, y los hijos primero. De ninguna manera me siento culpable ni imploraré perdón: ésa no es manera de vivir la edad de los consejos y la autoestima. (La vida es jodida, incluyo el amor y la santa poesía. Y, aunque parece que el asunto cambia y apunta maneras, no me fío). Gracias.
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