Estamos en febrero y parece que solo yo
me entero. Uy, parece que eso rima, si rima. De
pensionista no salgo. Pero no me importaría ser pensionista
poeta. Aunque solo fuera por un día y no pretendiera llegar al corazón
de una bella dama sino a los vecinos de la calle para que cambien
de acera sus vehículos.
Me confieso vulgar, sin pizca de
imaginación ni el talento necesario para ser poeta, por
contraposición a las palabras lenguaraces que aparecen cuando menos se las espera pidiendo a gritos que un psicoanalista freudiano las acoja. Si no voy a mejor con lo
mío, tendré que presentarme a las próximas elecciones... (No permitas que tu ego te entierre). Gracias... (de
nada).
Acertado...
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