Defensor de la vida y el amor, mantengo la defensa de la vida intacta pero del amor ya no me fío. En la noche desvelada y echando cuentas, fueron más los amores que perdí que los que gané. No es bueno llegar a los años altos de la vida y darte cuenta que por atender los asuntos de los demás has perdido los mejores años de tu vida. Siempre sumergido en los caprichos de los demás. Quizá sea Ian la razón que hoy que me obliga a escribir sobre este asunto: el asunto de los demás. El amor es egoísta, celoso, mercantil: si me quieres te quiero yo. ¿En qué momento y por qué fuimos perdiendo el sentimiento que nos identificaba con los demás?
Confieso que he dejado mucho amor por el camino, si me viera obligado ante los tribunales de justicia a precisar mi comportamiento sería poco menos que perverso. Y hablo de amor. Escribo el día que me gusta vivir pero me falta humildad para echarlo a andar. Además de temperamento tibio. Entonces me sobran las palabras si en realidad no sirven para explicar lo que siento. O miento más que escribo. Que nadie busque muertos enamorados en el cementerio. "A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd". Alphonse de Lamartine.
Sin querer agarrarme a una promesa, y considerando el caos que aún vivo, me propongo comenzar la semana intentando ser aquel defensor de la vida y el amor que fui un día dejando de lado el politiqueo. Pero ese será tema para otro de soslayo según vaya avanzando la semana. Quizá cuando las palabras sirvan para explicar lo que siento. El reflejo de mí hoy es confuso, no me reconozco. Con el perdón.
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