domingo, 19 de junio de 2016

Descomunal la impotencia.

Les Seniaes sin vida paralela, sin tierra apretada; árbol sin fruto; amor sin buenas madrugadas. Noche sin sueños... Descomunal la impotencia.

La mentira es buen negocio... y va en aumento. Menospreciar un sentimiento de amor es buen negocio para alguna. Pena y pena. Corren malos tiempos para el amor, pero alcanzar un sueño por medio de la mentira... En los años altos ayuda la experiencia: la mentira es despreciable en cualquier circunstancia, y si hablamos de amor es la muerte al doblar una esquina o pegada a la barra de un bar.

Para alcanzar los sueños conviene seducir al amor para que inspire la noche desvelada. Divina aquella mujer. Sencilla, en otro tiempo, habitaba los sueños más hermosos que nacen de un poema. De tu risa. De tus ojos la mirada de soslayo. ¿Qué fue de aquella mujer? La pregunta vaga sin respuesta.

Profesional de la mentira, hábil al usarla, aquella mujer no supo inspirar los sueños y yace como deseo del desamor mientras se aleja en busca de un propósito mayor con cualquier éxito o villanía. No sueña ni duerme, se limita a contar cabras en el monte. Qué triste lo de aquella mujer que pudo ser poesía. Ni musa inspiradora que le permita insomne realizar una conquista a la medida de sus aspiraciones. Con la cabeza pegada a la almohada emprende cada noche la travesía a ninguna parte sin caricias al alba. Nostalgia de otros tiempos en París con una infancia recreada en sentires inexpugnables. Mujer, sube al desván de los recuerdos de tu infancia y busca al azahar un estado de inconsciencia que te permita echar a andar los sueños. Los mejores sueños se cumplen entre sábanas blancas de algodón egipcio. Mujer, metáfora embriagada, discípula en otro tiempo de la santa poesía no reprimas tus sentimientos, escribe tus días con un final alejado de la mentira. Haz realidad tus sueños.

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