A quien pueda interesar: "los españoles han visto reducidos sus salarios". (Fuente fidedigna).
Como interesar debiera interesa a todos y todas, otra cosa es que interese por un igual, porque no hay manera de dejar de vivir por encima de nuestras posibilidades (nunca aprenderemos). También debe interesar que la brecha salarial ya alcance la luna. No volveremos a ser cuñados por Navidad. Cuando comenzó la crisis, allá por el 2008, vivíamos de un PIB como el de ahora, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Entonces, alguien pudiera pensar que si el PIB es el mismo que cuando comenzó la crisis los salarios son los mismos. Pues no, y los extremos son escandalosos: los trabajadores ganan menos y las empresarios ganan más. Y la mitad de los desempleados no cobra prestaciones. Hay más empleo con trabajadores que no llegan a final de mes. Y un millón de personas al borde de la exclusión social. Y en casa de 2 millones de familias no entra ni un euro. "Aunque duela, se trata de trabajar más y ganar menos", para que los empresarios amigos de Rajoy se lo lleven envuelto en papel de regalo.
Opino como Maduro, si se presentara a las elecciones en España las ganaba. Y no es porque me fie de Maduro presidente, pero me resulta curioso que Albert Ribera haya ido a dar lecciones de economía a Venezuela y no presente en España programa económico para las próximas elecciones. Si en vez de ir a Venezuela en vuelo directo Madrid/Caracas hubiera hecho escala en Ankara, o sin ir tan lejos pasara por los comedores sociales de Cáritas y otras ONG, igual se hubiera quedado en España. Además, para insultarse los políticos les vale con leer en los diarios la lista de los nuevos investigados por los jueces.
Me gustaría pensar que después de las elecciones las cosas cambiarán, pero las empresas del IBEX y el Cardenal antisistema de Valencia monseñor Cañizares que llama a desobedecer leyes inspiradas en la igualdad de género culpable de la "más perniciosa y destructiva de la historia de la humanidad", y los que nos gobiernan que serán los mismos con la misma Canciller me entra una pereza que me planteo seriamente no votar. Uno no está para oír declaraciones desafortunadas, ni promesas, ni padecer más recortes. No miento si digo que solo me queda París. O tirarme al monte, o a la bebida, o morir de amor y resucitar después. Hoy, y siempre, el que no se conforma es porque no quiere. ¡Mátame camion!.
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