viernes, 26 de febrero de 2016

Un hombre lleno de sí.

Definitivamente, la ciudad no es para mí... ¡María del amor hermoso!. Me consuelo en la desgracia. Sin embargo, un hombre lleno de sí no se imagina de lo que es capaz hasta que oye decir: "mañana vamos a Valencia". Cuando Francisco Camps soñó Valencia pensó en Santiago Calatrava no en mí.

-Estás segura que yo, precisamente yo, tengo que ir a Valencia? 
-Cómo te lo diría... 
-Ya, claro, era por si un aquel... Perdona.
-Pues eso.

Iré con mis mejores galas, perfumado, y con la intención de no rendir pleitesía a nadie. Cerraré los ojos y luego de predisponer la mente para lo peor me dejaré llevar. Iré bien de madrugada... Cogeré el coche y camino de Valencia me sentiré un hombre manipulado... Sí, cariño. Como a Rajoy en el Ayuntamiento de Pontevedra, daría lo que no tengo para que me nombraran persona non grata (del latín persōna nōn grāta) de la Ciudad de Valencia.

¿Qué iba a hacer, pobre de mí? A Valencia y con un GPS que no sé cómo funciona... -Tú solo escribe la calle y el número y el GPS... -¿Dónde escribo? Lo programó Patricia antes de salir y sí me perdí, y tengo por certeza haber cometido al menos dos infracciones graves de tráfico. Si el helicóptero o un Guardia Civíl camuflado no sé, lo sabré en unos días... Con los gastos que se avecinan no lo quiero pensar... Yo culpable. Siempre salgo de casa con el mismo sentimiento de culpa. Yo culpable. Si salgo culpable de casa culpable vuelvo: voy de mal a peor. Valencia es hermosa, solo le fallan sus anfitriones políticos. Y las calles y los semáforos y los pasos de cebra y los taxistas y las prisas de los asuntos inaplazables y la calle y el número que no aparece y etcétera. 

Pienso que en casa sobrevaloran mi presencia, pero no puedo abstenerme: votaré sí a Valencia y no a Pedro Sánchez. Si amanece iré a Valencia hoy que sé más que ayer. Y amanecerá. Se les quiere... si a cambio rezan una oración por mí y otra por mi alma. Y dos por mi salud mental. Recuerden que hablo de Valencia.

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