Mi perro.
¡Si te recuerdo!. Con alegre brío,
de la ribera, bajo el sol temprano
tras una rama que arrojó mi mano,
te desplomabas bullicioso al río.
Y era la gloria de nadar bravío,
y era el regreso de la presa ufano...
¡Ya con mi edad feliz duermes lejano,
inolvidable compañero mío!
Pero en mis días de quebranto, obscuros,
a mí te llegas, con tus ojos puros,
donde un anhelo compasivo flota;
y un verde gajo, de ilusión florido
al alma ofreces, con amor traído
del lago azul de la niñez remota.
Carlos Obligado, poeta, falleció el 2 de febrero de 1949.
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