Hay días profundamente poéticos, por no decir patéticos. En este país nada se respeta. Ni la inocencia que ya es decir. Winston Churchill, dijo: "Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar". Creo que hubiese estado más guapo callado. Hoy las cosas irán por el camino correcto. Ayer no lo veía claro. Hoy parece que conozco el terreno que piso. Hoy mucho mejor, muchas gracias.
No me me reprocho, pero creo que de poder repetir el día de ayer sin dejarme llevar por las prisas y las emociones, al menos lo hubiera escrito diferente. Me gustaría volver a escribir el día de ayer. Hoy, la misma historia con los mismos protagonistas, sería otra y otras las soluciones. Las prisas y las emociones no son buenas consejeras; lo ocurrido en el día de ayer no puedo borrarlo de la mente. Solo aprender de mis errores. Aunque ya digo que no me reprocho, ni me consta siquiera.
Vale, nunca he escrito una carta de arrepentimiento, esta sería la primera si lo hiciera, pero si soy sincero creo que las culpas en este caso son mías y quizá debiera asumir las responsabilidades. Y sin embargo, tengo la impresión de que estoy escribiendo para darme las gracias por reaccionar a tiempo. Las gracias se las debiera dar a Patricia, pues suya fue la solución, pero a mí me hacen más falta, cariño: soy viejo y las gracias me dejan el cuerpo más estupendo.
Hoy será día celebraciones, a pesar de no estar todo escrito y de haber bebido la sidra por adelantado. En fin, el día de ayer salió un poco de aquella manera pero hoy será diferente. Soy mi propio amuleto de la suerte, con eso lo digo todo. Lo dejo, me espera Valencia y debo mentalizarme. Prometo volver sin enojos. Mientras, sean felices. Se les quiere.
No se puede decir mejor....
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