lunes, 1 de septiembre de 2025

... y mi vida dijo sí.

Llegó septiembre y asumo las consecuencias por los inadecuados comportamientos influidos por la pobreza de espíritu (otro terrible descuido de la Magdalena). Mi mente absurda me enreda cuando escribo el día que me gusta vivir al hacerme creer que una realidad afable es posible. Justo ahora que ando como la mayoría de los vencidos atrapado en el arte de lo posible, es cuando tengo que atizar la modorra de los torpes de entendederas a través de la literatura para que no sigan el compás de una marcha patriótica sin bandera y otros versos. Es natural y lógica timidez escribir el día como soneto de una verdad, o el poema de un ensayo vertido con esmero y algún adjetivo en una crónica de vida. La gran fortuna de alguien como yo está en creer lo que escribe. Me gustaría haber tenido el talento para conmover a los humildes de corazón, animarlos a entrar en de soslayo, a leerme y volver. También militar la amistad con vocación de seguir, con vivencias propias y ajenas, saludando ausencias, justificando olvidos, aunque solo me ofrecieron vender elogios. El amor me esquivó. Admito que no hace tanto mi vida se iba yendo por decorados oscuros con voces que no callan, el ruido y el dolor de cabeza que levanta y decidí ponerle fin. Pero al elegir el cómo apareció la duda y con ella la dependencia severa y pensé en mi esposa y llegó el arrepentimiento y a mi vida le dije: "si olvidas que un día te desprecié, si vuelves a aceptarme sin promesas, perdóname si puedes". Gracias.

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